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La publicidad siempre nos ha sugerido que la leche de vaca y sus derivados son valiosos proveedores de proteínas, vitaminas y minerales. Sobre todo se suele alabar el alto contenido en minerales y más concretamente en calcio. Al final el consumidor tiene la firme convicción que sin productos lácteos no va a tener ningún aporte de calcio en su alimentación. Con una falta de calcio y magnesio se relacionan enfermedades como la osteoporosis y otros síntomas de deficiencia como perdidas dentales, temblores y calambres musculares (tetania), trastornos en la coagulación de sangre, fracturas espontáneas óseas y otros. Por esos motivos satisfacemos gustosamente esa aparente necesidad.
¿Pero es realmente así? ¿No existen otros alimentos que nos puedan aportar la misma cantidad de calcio?
La leche de vaca es la leche materna de los terneros y satisface las necesidades de un ternero. En el reino animal la leche es utilizada únicamente para criar a los recién nacidos de su propia especie hasta el destete. Por ese motivo hay voces que aconsejan evitar los productos lácteos en niños, ya que son causa principal de muchas alergias y dermatitis atópicas. Incluso se dice que madres que durante el embarazo hayan tomado mucha leche elevan la posibilidad de dermatitis atópica en recién nacidos y cuando se hacen mayores la ingesta de leche de vaca se manifiesta en trastornos psíquicos como falta de concentración, hiperactividad, agresividad, etc.
También quien por una enfermedad en el tracto gastrointestinal ya tiene un sistema inmune deficiente debería cambiar por lo mínimo a leche de cabra ya que las moléculas proteicas son 40 veces más pequeñas y el cuerpo las puede metabolizar mucho mejor.
El fósforo es importante para el desarrollo y el crecimiento del cerebro en neonatos y por eso se encuentra en altas cantidades en la leche materna. Además proporciona dientes y huesos sanos, apoya la metabolización de nutrientes y libera energía en las células.
En la leche y sobre todo en el queso, la relación calcio-fósforo es bastante desfavorable. Eso conlleva a que el cuerpo no puede metabolizar el calcio de la leche de manera correcta, en el intestino se forma carbonato cálcico y el tan preciado calcio se elimina con la próxima evacuación. Para más inri muchas veces se utilizan fosfatos en productos lácteos como estabilizadores y espesantes por lo que aumenta el contenido de fósforo y la balanza ventajosa se tuerce.
Además se estimula la paratiroides para producir más hormonas. Esas hormonas causan una liberación del calcio de los huesos para mantener el contenido en sangre estable. Este proceso conlleva a una reducción de la masa ósea, lo que lleva a la tan temida osteoporosis.
Otra desventaja de la leche es que produce una acidificación del organismo. El organismo buscará siempre un ph neutro en la sangre. Si la digestión de la leche produce un ph ácido en la sangre, el cuerpo buscará la homeostasis extrayendo minerales de los huesos.
Otra desventaja que muestra la leche es que con la pasteurización se eliminan todo tipo de enzimas y vitaminas termolábiles. La mayoría de los productos lácteos se encuentran pasteurizados e incluso con el proceso de UHT (Ultra High Temperature – pasteurización a muy altas temperaturas). Incluso la leche fresca está pasteurizada para reducir patógenos como bacterias, mohos, levaduras y otros. Gracias a la pasteurización se puede tomar sin preocupaciones, pero no es una leche fresca con todas sus enzimas y vitaminas, sino es un alimento no activo.
Para absorber una cantidad significativa de calcio es imprescindible una ingesta de las vitaminas del grupo D o llamados químicamente calciferoles. Esta vitamina se encuentra en el hígado de bacalao, pescados azules, y champiñones. Sobre todo en invierno es importante el aporte de vitamina D y más que nada en niños.
Debida a la explotación intensiva de animales la leche convencional (es decir no ecológica) contiene un alto contenido en hormonas, antibióticos y otros medicamentos igual que residuos de pesticidas y hongos. Además la lactosa – el azúcar de la leche – le sirve a los hongos del intestino como alimento y puede contribuir a diferentes enfermedades fúngicas.
Los productos lácteos son de todos los alimentos los que mas efecto mucoso tienen. Debido a ello pueden llegar a producir diferentes enfermedades de las vías respiratorias, pero también del órgano mas importante para el sistema inmune que es el tracto gastrointestinal. Si el sistema digestivo se llena de moco, no puede absorber de manera optima los nutrientes y la consecuencia puede ser un déficit nutricional.
El alto contenido en ácidos grasos saturados en la leche de vaca tiene un efecto negativo sobre el metabolismo. Una ingesta regular de productos lácteos puede en definitiva conllevar a aterosclerosis y aumentar el riesgo a infarto coronario.
Cabe destacar que en Medicina Tradicional China los lácteos también se ven como productores de Humedad.
Muy buenos proveedores de calcio y con una relación calcio-fósforo equilibrado son las leches vegetales como:
– leches de cereales: leche de avena, leche de arroz, leche de espelta,…
– leches de semillas: leche de sésamo
– leches de frutos secos: leche de almendra, leche de avellana,…
– leches de legumbres: leche de soja
El calcio se mide en miligramos por 100 gramos o mililitros de alimento. La leche de vaca suele tener un contenido de unos 120mg de calcio por 100 ml de leche.
Si vamos a comparar, la leche de soja tiene fácilmente el mismo contenido en calcio, pero además fitoestrógenos que van a ayudar a una disminución suave de estrógeno en la menopausia y con ello a prevenir la osteoporosis.
Un apunte: la soja como legumbre contiene 260 mg y los brotes de soja son ideales para la ingesta de calcio y muchos minerales más, ya que son pequeñas bombas de la semilla y con su germinación se ha eliminado el ácido fítico. El tofu (queso de soja) contiene 105 mg.
Otros alimentos con alto contenido en calcio y con una buena relación calcio-fósforo son:
– Verduras verdes como brécol (105mg), col rizada verde (210mg), hinojo (100mg), etc etc etc.
Sin embargo también se ha de decir que las verduras con alto contenido en oxalatos (como las espinacas, acelgas y ruibarbo) disminuyen la absorción de calcio y las legumbres como alubias, garbanzos y judías pintas interfieren también en la absorción del calcio por su alto contenido en oxalatos y fitatos, aunque siguen siendo una excelente fuente de zinc, hierro, fibra y proteínas
– Higos secos ( 193mg) o frescos
– Nueces y semillas como sésamo (783mg!!), avellana (226mg), almendras (252mg),
Ellos además contienen un alto contenido en magnesio!
– Quinoa (66mg)
Si observamos las algas la diferencia ya es abismal:
– Alga hiziki (1.400mg!!), espagueti de mar (720mg), dulse (560mg), wakame (1.380mg), kombu (330mg), nori (810mg), agar agar (325mg)
Y comer algas realmente no tiene que ser ni asqueroso ni complicado. ¡Lee aquí lo fácil que puede ser comer algas!
Apelando al sentido común y a pesar de las claras desventajas de la leche de vaca y los productos lácteos tampoco deberíamos entrar en pánico y evadir los lácteos por completo. De vez en cuando tomarnos un yogur natural ecológico o darnos el placer con un trocito de queso orgánico no nos quitará la salud.
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