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Todos conocemos al típico niño inquieto o soñador. Está sentado delante de sus deberes y no se puede concentrar. Todo le parece más interesante que lo que está haciendo en ese momento. Con sus pensamientos ya está en el parque o el patio y la maestra no para de advertirle a él y posteriormente a Usted.
Hoy día se sabe que los ácidos grasos esenciales del tipo omega 3 son imprescindibles para las neuronas, ya que las membranas celulares se componen de fosfolípidos y estos ácidos grasos esenciales son un componente importante de ellos.
Una falta de atención o concentración es un claro síntoma de déficit de nutrientes de este tipo. Justo en la edad de crecimiento es cuando más se necesita, ya que si se llega a haber un déficit de ciertos nutrientes, el potencial psíquico no tienen ninguna oportunidad de evolucionar de manera optima.
Científicamente hay una cantidad inmensa de estudios que demuestran que los ácidos grasos esenciales del tipo omega 3 (hablamos de ellos en un articulo anterior) son importantes no solo para el desarrollo del cerebro sino también para la salud visual. Además ayudan a prevenir enfermedades y fortalecen su sistema inmune.
Admito que no es fácil de comprender el complejo funcionamiento de los lípidos en nuestro cuerpo. Pero como son tan importantes para su hijo, debería conocerlos al menos un poquito.
Los omega 3 y 6 figuran entre los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga. Como el cuerpo humano no puede generar estos lípidos por si mismo tienen que ser ingeridos por la dieta. Con estos dos tipos de grasa y la ayuda de enzimas, el cuerpo puede elaborar los compuestos de cadena más larga que son necesarios para diversas funciones metabólicas.
A partir de los ácidos grasos omega 6 (ácido linolénico) pueden producirse ácido gamma-linoléico (GLA) y ácido araquidónico (AA) que influyen como sustancias de construcción para algunas hormonas y neurotransmisores en el cerebro. La demanda de ácido linoléico puede ser cubierta bastante bien por la comida, ya que se encuentra sobre todo en semillas y frutos secos, etc. Incluso hay un sobre-suministro del ácido araquidónico, ya que es el que se encuentra en la grasa animal, como p. ej. huevos, hígado, carne en general – y es, el que en exceso – nos aporta trastornos de salud, como inflamaciones u otros.
La sustancia base de los ácidos grasos omega 3 es el ácido alfa linolénico del que suele haber en inferior cantidad en nuestra alimentación habitual. El cuerpo solo puede transformar el 10% del ácido eicosapentanoico, EPA, para elaborar a partir de ahí el ácido docosahexaenoicoo llamado DHA. El DHA es imprescindible para una función cerebral normal.
Los omega 6 son habitualmente utilizados por el cuerpo para construir el tejido de corazón, hígado y neuronas, mientas los omega 3 se necesitan para construir cerebro y ojos. ¿Hubiera sabido Usted que el cerebro se constituye de un 50% de grasa?
Los síntomas pueden ser los siguientes:
Si su hijo muestra varios de estos síntomas, debería hablar con su pediatra.
A nivel alimentario nos podemos encontrar diferentes formas de omega 3, que son los siguientes:
– ácido alfa-linolénico (ALA)
– ácido eicosapentanoico (EPA)
– ácido docosahexaenoicoo (DHA)
El ácido alfa-linolénico se encuentra principalmente en los aceites vegetales, principalmente los aceites de semillas de lino, colza, nuez y soja aportan las mayores contribuciones. Mientras en la dieta actual prevalecen los omega 6 con una relación de omega 6 a omega 3 de un 25 a 1, se recomienda más bien una relación de 6 a 1, es decir una proporción de 6 partes de omega 6 por una de omega 3. Así pues es conveniente aumentar la ingesta de omega 3 para mejorar la relación mediante la ingesta de pescado graso como arenque, salmón, atún, salmón, caballa donde se encuentran principalmente los ácidos EPA y DHA. El pescado de agua dulce como la trucha y la carpa igual que los animales terrestres suelen contener una menor o nula cantidad de omega 3.
Para que su hijo esté abastecido de una cantidad suficiente de ácidos grasos omega 3, le recomendamos la utilización de aceite vegetal de colza. El aceite de lino en teoría sería el ideal, ya que tiene un alto contenido en ácido linolénico, pero también tiene un sabor más áspero e incluso rancio, así que la propuesta es probarlo.
Luego: dele de comer como mínimo 2 veces a la semana pescado azul (¡no de lata!) y después de asegurarse que su hijo no tiene alergia a la proteína del pescado (en cuyo caso tampoco podrá comer el pescado en si), también puede optar por suplementos alimenticios específicos para niños que – a parte de su comodidad y su mayor contenido en omega 3 – serán incluso inodoros y sin sabor a pescado.
Para terminar: Un niño feliz de hoy es un adulto feliz en el mañana. Si le podemos ayudar a ser feliz y mentalmente tranquilo, ¡hagámoslo!
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