Claustrofobia

La claustrofobia es un miedo patológico a los espacios cerrados. Puede ocurrir en cualquier espacio cerrado: ascensores, habitaciones cerradas, duchas, probadores, compartimentos de tren, etc. Se manifiesta por miedo, aumento de la respiración y del ritmo cardíaco, mareos, náuseas, debilidad muscular, aumento de la sudoración y una necesidad pronunciada de salir de la habitación. inmediatamente, independientemente de las circunstancias. Surge como resultado del procesamiento de la experiencia traumática previa y de la formación de una clara asociación entre la sensación de peligro y la limitación del espacio. Se diagnostica sobre la base de las quejas del paciente y el historial médico. Tratamiento: psicoterapia, a veces en el contexto de la terapia con medicamentos.

Información general

La claustrofobia es un miedo abrumador a estar en un espacio cerrado. Junto con el miedo a los espacios abiertos (agorafobia), las alturas (acrofobia), la profundidad (batofobia) y la oscuridad (nictofobia), pertenece al grupo de las fobias espaciales. Es una de las fobias más extendidas. Según investigadores occidentales, del 3 al 7% de la población sufre de claustrofobia severa, pero solo una pequeña parte de los pacientes acude a los médicos. La claustrofobia suele comenzar a una edad temprana y es más común en las mujeres. La gravedad de la claustrofobia puede variar mucho, desde una leve ansiedad al ingresar a espacios cerrados hasta la incapacidad total para usar ascensores, permanecer en habitaciones pequeñas y cerradas, etc. El tratamiento de la claustrofobia lo llevan a cabo especialistas en el campo de la psicología clínica y la psicoterapia.

Claustrofobia

Causas de la claustrofobia

La claustrofobia se desarrolla como resultado de la interacción de varios factores. La base del trastorno es el miedo a la muerte, debido a las formas antes necesarias, pero ahora ya no relevantes, de responder a los cambios en el entorno externo. Nuestros antepasados ​​vivían en un mundo mucho más peligroso, una vez que la capacidad de dejar rápidamente un espacio abierto o escapar de una trampa para evitar a un enemigo o depredador era un requisito previo para la supervivencia. Hoy nos acechan peligros completamente diferentes, pero el cuerpo humano aún no ha tenido tiempo de reconstruirse, por lo que reacciona como lo ha hecho durante milenios, vinculando la ansiedad y el miedo causados ​​por circunstancias completamente diferentes con espacios cerrados o abiertos.

Los psicólogos creen que la cantidad de espacio personal (una especie de “zona de amortiguamiento” invisible que existe en cada persona, al penetrar en la cual hay una incomodidad pronunciada, juega un cierto papel en el desarrollo de la claustrofobia). Cuanto más espacio personal, mayor es la probabilidad de claustrofobia. Sin embargo, los especialistas asignan el papel principal en la formación del miedo patológico a situaciones traumáticas ocurridas en la infancia.

El trauma psicológico puede ocurrir si el niño fue castigado arrinconándolo o encerrándolo en una habitación pequeña (baño, inodoro, cuarto oscuro); si el bebé, durante un juego o diversión cruel de los compañeros, fue encerrado en un armario, sótano o armario; si el niño se pierde y ha estado mucho tiempo en un lugar público sin los padres, etc. Los más significativos son los actos de agresión o violencia que tuvieron lugar en un espacio confinado: golpes y amenazas a los padres o a otros niños, acoso sexual. En tales circunstancias, el miedo se fija y luego, incluso después de muchos años, aparece en situaciones similares.

Los expertos también señalan que la claustrofobia a menudo se detecta en varias generaciones de una misma familia. Esto se debe tanto a las características similares de la naturaleza y la organización mental de los parientes cercanos como a una especie de inducción: los padres que temen un espacio cerrado, su comportamiento y reacciones emocionales transmiten involuntariamente a sus hijos el mensaje “es peligroso aquí”. El niño no es capaz de evaluar críticamente el comportamiento de los padres, simplemente acepta este mensaje y lo hace parte de su vida.

Síntomas de la claustrofobia

Los ataques de claustrofobia se desarrollan en espacios confinados: ascensores, armarios, sótanos, probadores, duchas, pasillos estrechos, compartimentos de trenes, interiores de automóviles, máquinas de resonancia magnética, etc., con o sin ventanas. La ansiedad también surge a menudo si un paciente claustrofóbico se ve obligado a permanecer en un lugar durante mucho tiempo y no puede dejarlo desapercibido. Tales situaciones incluyen hacer largas filas, sentarse en una silla en la peluquería o en el dentista.

Al entrar en lugares aterradores, un paciente claustrofóbico siente una fuerte ansiedad y miedo a la restricción de la libertad de acción (una trampa de la que es imposible escapar). Muchos pacientes temen que no haya suficiente oxígeno en la habitación para respirar. Un síntoma característico es una sensación de pérdida de control sobre el propio comportamiento. A un paciente con claustrofobia le parece que el mundo se está desdibujando y perdiendo claridad, y él mismo ya no se controla, puede desmayarse, morir, hacerse daño, mostrar de alguna manera inadmisible su debilidad e impotencia.

De hecho, las alteraciones en la percepción de uno mismo y de la realidad circundante se deben a un cambio en la actividad del sistema nervioso central y autónomo. El cerebro de un paciente claustrofóbico considera la situación como potencialmente peligrosa, que representa una amenaza para la vida, y envía señales al sistema nervioso autónomo, transfiriendo el cuerpo a un modo especial: el modo de “lucha o huida”, heredado de nuestros antepasados ​​lejanos. Las glándulas suprarrenales liberan una gran dosis de adrenalina. La respiración y el ritmo cardíaco aumentan para proporcionar una actividad física vigorosa.

La sangre drena del estómago y los intestinos (en este momento lo principal es la supervivencia, no la digestión de los alimentos) y fluye hacia los músculos. Las glándulas ubicadas en todas las partes del tracto digestivo, incluidas las glándulas salivales, comienzan a secretar menos secreción. El cerebro “elimina” la información innecesaria y se enfoca en las señales de peligro. Pero no hay señales de peligro del mundo exterior, todo lo que siente un paciente claustrofóbico son cambios en la forma en que funciona su cuerpo. Se enfoca en estos cambios, siente claramente cómo late el corazón, cómo presiona el pecho por el aumento del trabajo de los músculos respiratorios, cómo zumba en los oídos y mareos por el exceso de oxígeno, cómo se seca en la boca debido a la disminución de la secreción de las glándulas salivales, cómo se contrae el estómago y se tensan brazos y piernas.

El cerebro, listo para interpretar negativamente cualquier señal inusual, considera los cambios en el trabajo del cuerpo como una señal de una amenaza grave y transforma esta amenaza imaginaria en el escenario “algo está muy mal en mí, estoy a punto de morir”. Este pensamiento aumenta aún más la ansiedad y el miedo del paciente claustrofóbico y estimula las glándulas suprarrenales para que liberen más adrenalina. Si un paciente claustrofóbico no logra salir de una habitación cerrada, se produce una tormenta vegetativa en su cuerpo. Se desarrolla un ataque de pánico.

Después de un tiempo, el paciente claustrofóbico comienza a evitar meterse en situaciones aterradoras de cualquier manera para prevenir el desarrollo de otro ataque de pánico. El miedo a los espacios cerrados está arraigado. Posteriormente, los ataques de pánico, por regla general, desaparecen, pero no porque haya pasado la claustrofobia, sino porque el paciente ha aprendido a planificar su vida de una manera especial, excluyendo ascensores, pasillos estrechos y otras premisas similares. Si un paciente claustrofóbico tiene que acudir a una consulta situada en las plantas superiores de un edificio de varias plantas, se enterará de antemano si es posible utilizar las escaleras; si tiene por delante un largo viaje, elige el transporte que le cause menos molestias .

En casos severos, este comportamiento limita severamente la vida del paciente claustrofóbico. Es posible que rechace un trabajo bien remunerado porque está asociado con estar en espacios reducidos, dejar de viajar, etc. Otro síntoma característico de la claustrofobia (así como de otras fobias) es el miedo a esperar. Si un paciente claustrofóbico sabe que después de un tiempo estará en un espacio confinado, comienza a preocuparse de antemano y experimenta todos los síntomas autonómicos enumerados anteriormente, sin siquiera encontrarse con una situación aterradora en la realidad.

Diagnóstico de la claustrofobia

En la mayoría de los casos, el diagnóstico de claustrofobia no es difícil. El diagnóstico se realiza sobre la base de las quejas del paciente y los datos obtenidos durante una encuesta especial. En algunos casos, los síntomas parecidos a la claustrofobia pueden deberse a enfermedades endocrinas, neurológicas o somáticas. Si se sospecha una patología orgánica, los pacientes son derivados a consultas con médicos generales: terapeutas, endocrinólogos, cardiólogos, neurólogos y otros especialistas.

El diagnóstico diferencial de la claustrofobia se realiza con la neurosis de ansiedad y el delirio en la esquizofrenia. Con la neurosis de ansiedad, la ansiedad no está asociada a una situación específica, está vacía y tiene una trama inestable. La duración de la enfermedad no es más de seis meses. Con la claustrofobia, la ansiedad ocurre en ciertas situaciones traumáticas o en anticipación de tales situaciones. El miedo tiene una historia clara que no cambia mucho con el tiempo, pero puede volverse más común, incluyendo más situaciones que antes. La enfermedad es continua o recurrente y dura muchos meses o años. Con el delirio, el paciente está firmemente convencido de la realidad de sus miedos, la crítica es reducida o está ausente. Con la claustrofobia, el paciente es claramente consciente de que sus miedos no tienen una base real.

Tratamiento para la claustrofobia

El tratamiento para la claustrofobia generalmente se realiza de forma ambulatoria e incluye capacitación en técnicas de relajación, psicoterapia y terapia con medicamentos. A un paciente que sufre de claustrofobia se le informa sobre las causas y los mecanismos del desarrollo de las reacciones vegetativas; esto no elimina el miedo, pero permite ganar confianza en la seguridad de un ataque de por vida y crea la base para aprender habilidades de autorregulación. . A un paciente claustrofóbico se le enseñan técnicas simples de distracción, cambio, control de la respiración, etc. Las técnicas más conocidas para ayudar a reducir la ansiedad y prevenir el desarrollo de un ataque de pánico cuando se encuentra en una situación aterradora son una banda elástica en la muñeca (con un clic agudo, el dolor distrae de la ansiedad e interrumpe el pánico inicial ), la tensión muscular con su posterior relajación y un aumento en la duración de la exhalación.

El tratamiento psicoterapéutico más efectivo para la claustrofobia es la terapia cognitiva conductual. El psicoterapeuta ayuda al paciente a identificar patrones de pensamiento patológicos que causan el desarrollo de ansiedad y miedo, ya crear otros patrones más adaptativos para reemplazar estos patrones. Una persona claustrofóbica aprende a bloquear los pensamientos negativos y reemplazarlos por positivos. Después de resolver la base psicológica de la claustrofobia, el paciente comienza a sumergirse gradualmente en situaciones aterradoras. Un paciente claustrofóbico (al principio con el apoyo de un médico y luego solo) entra en habitaciones estrechas, se sienta en un ascensor, etc. La terapia cognitivo-conductual es una técnica a corto plazo, la duración de un curso de tratamiento suele ser no más de 12 semanas.

En algunos casos se consigue un buen efecto utilizando técnicas de hipnosis y PNL (trabajar con la imagen de situaciones aterradoras en una pantalla que el paciente imagina). En presencia de traumas psicológicos infantiles severos y conflictos internos prolongados, puede ser necesaria una terapia a largo plazo (terapia Gestalt, psicoanálisis clásico, psicoterapia psicoanalítica y otros métodos similares), que en sí no elimina la fobia, pero le permite resolver el problema. problemas subyacentes. Con ansiedad severa, trastorno de ansiedad generalizada concomitante, depresión y subdepresión, la psicoterapia se lleva a cabo en el contexto del apoyo farmacológico. Se utilizan tranquilizantes y antidepresivos.

Pronóstico de la claustrofobia

El pronóstico de la claustrofobia depende de la duración y la gravedad de la enfermedad, así como de la disposición del paciente para un trabajo activo y constante para superar sus propios miedos. Con el cumplimiento estricto de las recomendaciones del médico y el desempeño regular de tareas independientes, en la mayoría de los casos es posible lograr una remisión a largo plazo, pero en casos graves, la recuperación puede ser incompleta. Es necesario llevar un estilo de vida saludable, observar el régimen de trabajo y descanso, y en caso de renovación de los miedos, aumento de la ansiedad o estar en situaciones estresantes, busque la ayuda de un psicólogo o psicoterapeuta.

Breve resumen

Información general La claustrofobia es un miedo abrumador a estar en un espacio cerrado.
Causas de la claustrofobia La claustrofobia se desarrolla como resultado de la interacción de varios factores.
Síntomas de la claustrofobia Los ataques de claustrofobia se desarrollan en espacios confinados: ascensores, armarios, sótanos, probadores, duchas, pasillos estrechos, compartimentos de trenes, interiores de automóviles, máquinas de resonancia magnética, etc.
Diagnóstico de la claustrofobia En la mayoría de los casos, el diagnóstico de claustrofobia no es difícil.
Tratamiento para la claustrofobia El tratamiento para la claustrofobia generalmente se realiza de forma ambulatoria e incluye capacitación en técnicas de relajación, psicoterapia y terapia con medicamentos.