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¿Quién no ha tenido alguna vez una ansiedad por comer algo o esa sensación de «me tengo que comer esto ahora y no puedo resistirme»? Todos lo tenemos alguna que otra vez y tampoco es nada que reprochar. Somos seres humanos y vivimos rodeados de un montón de información que nos llega, tanto del exterior como del interior de nuestro cuerpo y bueno, si nos apetece comer algo, ¿porque no ser indulgentes y disfrutar de ese placer?
Otra cosa es que tengamos esa ansiedad todos los días a todas horas. Entonces si que hay motivos por preocuparse o al menos por tomar conciencia y ocuparnos por cambiarlo. ¿Y porqué cambiarlo? Porque ¿quién quiere ser esclavo de algo o de alguien? No podemos ser esclavos de la comida, ni de ninguna sustancia, ni de ningún hábito. Creo que en esto estaremos de acuerdo.
Ahora la pregunta: ¿Porqué tengo esos ataques de ansiedad por comer «X»?
Desde nuestro punto de vista puede haber 5 motivos que vamos a exponer aquí:
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Ansiedad por comer «microbiana»
El ser humano se compone de células. Aproximadamente unos 10 trillones, que ya es. ¡Pero somos 10 veces más «bichos» que células! Con bichos englobamos bacterias, parásitos, virus y hongos. Esto corresponde a unos 2 kilos de nuestro peso. ¿Os imagináis la cantidad que tienen que ser 2 kilos de «bichitos» que solo se ven a nivel microscópico? Eso son muchos. La mayoría, diría que el 99% están por investigar todavía. Solo se conocen unos pocos. Pero lo que si se sabe que sobre todo las bacterias «buenas» son vitales para nosotros. Nuestra salud, ya sea a nivel inmune, como a nivel cerebral, psicológico, intestinal por supuesto, dermatológico, por nombrar solo unas pocas áreas, depende imprescindiblemente del buen ambiente y equilibrio que tengan estos bichos en nuestro cuerpo.
Vale, y ¿esto que relación tiene con mi ansiedad por comer p.e. dulce? ¡Vamos a ello!
Este equilibrio tan imperativo para nuestra buena salud puede verse afectado por un tratamiento antibiótico, una dieta inadecuada, trastornos de salud como la diabetes o una bajada del sistema inmune por diferentes causas o alteraciones hormonales.
La cándida que es un hongo que habitualmente forma parte de nuestra flora intestinal, se puede ver afectada por estos cambios y producir un sobre crecimiento. En el momento que este hongo aumenta su «población» empieza a demandar alimento y ese alimento es principalmente el azúcar. Mediante la conexión del nervio vago del intestino al cerebro, recibimos constantemente una demanda de comer azúcares, lo que produce una ansiedad por comer azúcares, bollería refinada, pan blanco, todo lo que es hidrato de carbono rápido.En este caso nos ayudará equilibrar nuestra flora intestinal con un tratamiento antifúngico que se constituye a grosso modo de una alimentación rica en pre- y probióticos, restricción de azúcares refinados y otros super-alimentos como el aceite de coco cuyo ácido caprílico y láurico ayudan a combatir la sobre población de la cándida.
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Ansiedad por comer «nutricional»
Hoy día se suele decir que estamos sobrealimentados y desnutridos a la vez. Existen tantas propuestas de alimentos que no nos aportan nutrientes, que es fácil perder la visión del conjunto. Incluso los alimentos que pensamos que son saludables como las frutas y verduras hoy día carecen de las vitaminas y minerales que tenían antaño, por su manera de producción masiva. Cuando se dejaban los campos en barbecho y se les daba la posibilidad de regenerarse y volver a enriquecerse de nutrientes para posteriormente ser absorbidos por las plantaciones, esa cosecha era rica y vital. Hoy día bajo los plásticos y suelos artificiales, es difícil encontrar la misma calidad de verduras y frutas.
Un estudio de referencia es el del Dr. Donald Davis que se publicó ya en 2004. En este estudio se analizaron 13 nutrientes para 43 cultivos de huerta en el periodo entre 1950 y 1999. Los resultados demostraron que hubo un declive para 6 de los nutrientes (proteína, calcio, fósforo, hierro, vitamina B2 y vitamina C) de entre un 6% (en el caso de la proteína) y 38% (en el caso de la vitamina B2).
Davis advierte que existe la posibilidad que hubiera una disminución en otros nutrientes también, como el magnesio, zinc, vitamina B6 y vitamina E, pero que no fueron medidos en los años 50 y como consecuencia faltaban datos.
Pero existen más estudios con resultados asombrosos.En un estudio publicado en el British Food Journal sobre datos nutricionales de entre 1930 y 1980 en 20 vegetales diferentes la cantidad media de potasio había disminuido un 14%, de calcio en un 19% y de hierro en un 22%. En general la comparación del contenido mineral durante este periodo demostró además disminuciones significantes en magnesio, cobre y sodio.
Otro estudio de renombrado Instituto Kushi de macrobiótica descubrió también la misma tendencia preocupante. Al analizar diferentes niveles de nutrientes en alimentos, basado en la base de datos de la USDA desde 1975 al 1997, se evidenció que los niveles de vitamina A habían descendido un 21%, de calcio un 27%, de vitamina C un 30 % y de hierro un 37%.
Así no es de extrañar que por muy bien que nos alimentemos, es fácil que nos falten nutrientes.
Esta falta de nutrientes puede provocar ganas de comer ciertos alimentos. Si por ejemplo no nos podemos resistir a comer chocolate todos los días puede que nuestros niveles de magnesio están algo bajos. Deseos por comer queso puede estar relacionado con una deficiencia de calcio, pero también con una deficiencia en ácidos grasos esenciales. Ansiedad por comer carbohidratos refinados como pasta, pan, bollería, etc pueden mostrar una deficiencia en cobre. Si tienes deseos por alimentos dulces en general estos pueden estar indicando muchos factores, como p.e. deficiencia en calcio, triptofano, cromo, fósforo o hipoglicemia. Ganas de tomar bebidas estimulantes como bebidas energéticas, cola o café pueden indicar una deficiencia en hierro, pero también potasio. Si en general nos pasamos comiendo siempre, esto puede indicar una deficiencia en triptófano, tirosina o una dieta no equilibrada. -
Ansiedad por comer «física»
En una sociedad en la que nos levantamos temprano, vamos al trabajo corriendo, cuando salimos del trabajo vamos rápido a hacer algunas cosas más y a casa para caer exhaustos en el sofá y del sofá a la cama, a veces los pequeños placeres de la vida se reducen a comer un trozo de chocolate o un helado. El hecho de no tener un sueño reparador o no tener suficiente actividad física también puede llevarnos a enfocar nuestra atención a la comida. Podemos proveernos de estos pequeños placeres sin tener que ingerir nada y disfrutar de cosas que no están relacionadas con la comida.
Un estilo de vida saludable que no solo incluye una dieta saludable, sino también ejercicio físico diario o al menos 3 veces a la semana y un sueño reparador te prevendrá de los ataques de comida y la ansiedad por comer.Si no estás haciendo ninguna actividad física, implementa salir a andar 30 minutos diarios y verás como empezarás a cambiar ciertos hábitos.
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Ansiedad por comer «emocional»
A veces nos comemos nuestros problemas. El comer es la cosa más íntima que hacemos con gente en público. Cuando esa relación con gente está en desequilibrio y nos causa malestar o emociones negativas, a veces nos refugiamos en la comida. Este estado emocional puede ser prolongado e incluso causar trastornos de conducta alimentaria. La verdad que después de descartar las primeras tres causas de tu ansiedad por comer, si piensas que tu adicción por comer es emocional, lo mejor es tratarlo lo antes posible y buscar la causa raíz. Para ello aconsejamos buscar la terapia con la que más afinidad o fe tengas y luego un buen terapeuta que te pueda ayudar en esta cuestión. No seas víctima eterna y pienses que no hay solución. Hay solución para todo, aunque simplemente sea el modo de ver las cosas. Toma las riendas de tu felicidad.
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Ansiedad por comer «adictiva»
El azúcar es adictivo. Este es el tema central del libro «Always Hungry» uno de los líderes científicos en el ámbito nutricional Dr. David Ludwig que lleva a cabo sus investigaciones en el departamento de salud de la universidad de Harvard. En su libro una de las afirmaciones que hace es que el azúcar (y todos los alimentos que contiene azúcar) activa un área en el cerebro que se llama nucleo accumbens, el centro de recompensa y addicción en nuestro cerebro. En un estudio que hizo con personas con un BMI alto (índice de masa corporal alto) a un grupo les dio un batido con un azúcar rápido y un índice glicémico muy alto y al otro grupo uno con un azúcar con un índice glicémico más bajo o un azúcar alternativo más saludable que se absorbe más lentamente. Después de ingerir estos batidos les hizo a las personas participantes del estudio una resonancia magnética en el cerebro. Lo que se vio en las imágenes fue que los participantes que tomaron el batido con el azúcar rápido, tenían el nucleo accumbens muy activo a cambio a los participantes que tomaron el otro batido.
Con este estudio queda demostrado que este centro de recompensa y adicción no solo se activa cuando entra en contacto con sustancias altamente adictivas como el alcohol o la cocaína, sino también cuando nos damos un atracón de dulces. Por eso comer dulce puede convertirse en una adicción real.
En este caso es interesante hacer una depuración hepática e intestinal y empezar con unos buenos hábitos de vida que incluyan tanto el ejercicio físico como la ingesta de alimentos saludables como las verduras, frutas y proteína de calidad y dejar al lado comida prefabricada o alimentos procesados.
Ahora puede que te sientas identificado con los 5 casos y realmente puede que sea así. Frecuentemente se pueden encontrar varias situaciones a la vez. Lo ideal es que analices tu alimentación y empieces a hacer cambios en tu vida a nivel nutricional e implementos hábitos saludables. En cualquier caso consulta un terapeuta cualificado que te pueda ayudar a descubrir la causa principal y darte unas pautas para empezar.